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¿Cómo se suelta algo que dolió tanto?
¿Cómo se deja de cargar con un recuerdo, con una herida, con una espera que nunca se cumplió?
En el nuevo episodio de nuestro podcast CISMENTAL EDUCA, abordamos uno de los sentimientos más complejos y persistentes: el resentimiento. No desde la teoría… sino desde la experiencia.Una historia que refleja a muchas
Comenzamos el episodio con el relato de Ana, una mujer que lleva años sintiendo un nudo en el pecho cada vez que escucha el nombre de su hermana. No hay contacto, no hay reconciliación, pero sí hay algo que sigue vivo: el dolor no resuelto.El resentimiento, como lo decimos en el episodio, no grita… pero pesa.
Y muchas veces, nos habita en silencio.¿Qué es el resentimiento y por qué nos cuesta soltar?
En el episodio profundizamos en cómo el resentimiento crónico impacta nuestro cuerpo y mente:
Desde insomnio, ansiedad y tensión física, hasta una desconexión emocional que nos aleja de quienes somos o queremos ser.Pero más allá de eso, abrimos un espacio para explorar lo que realmente cuesta al perdonar, con las voces de nuestra propia comunidad.A través de una encuesta, identificamos cinco obstáculos comunes que hacen difícil este proceso:
- Sentir que al soltar estamos justificando lo que nos hicieron
Soltar no es decir “estuvo bien”, es decidir que eso ya no te define. - Aceptar que no vamos a recibir una disculpa
La justicia emocional no siempre llega del otro… a veces comienza por uno mismo. - Dejar de revivir lo que pasó una y otra vez
Revivir no es sanar. Sanar es dejar de pelear con un recuerdo que ya no está aquí. - Expresar lo que realmente sentimos
Callar por miedo, por vergüenza, por costumbre. Pero lo que no se dice, se acumula. - Creer que perdonar es olvidar
Perdonar no es amnesia. Es recordar sin que duela igual.¿Y ahora qué?
El episodio no se queda en el diagnóstico. También propone caminos:Nombrar lo que sentimos sin culpa.Hacer un ritual simbólico de liberación.Escribir lo que aún duele.Buscar ayuda profesional si lo necesitamos.Y como cierre, un ejercicio íntimo:
“Lo que aún me duele es...”
“Hoy decido soltar aunque...”Una frase, escrita en papel, puede convertirse en un acto de liberación.El perdón como elección personal
Soltar no siempre implica reconciliación.
No es borrar, ni justificar, ni correr a abrazar al otro.
Es decir: “Esto me dolió, pero ya no quiero vivir atada a eso.”Y si llegaste hasta aquí, es porque hay una parte de vos que ya quiere empezar.
🎧 Escuchá el episodio completo en Spotify o tu plataforma favorita.
📲 Compartilo con alguien que aún no ha podido soltar.
🧠 Y recordá: en CISMENTAL EDUCA, hablamos de emociones reales, con herramientas reales.

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🎧 Escucha el podcast: El cuidado como un acto de amor eterno
Hay personas que no se olvidan, no solo por lo que vivieron, sino por lo que hicieron sentir. Así fue doña Rosita Girón, una mujer cálida, dulce, profundamente especial. La conocí en mis inicios como arteterapeuta, cuando trabajábamos con TOA (Terapias Ocupacionales Artísticas) en la Asociación de Alzheimer Honduras. Compartió sesiones junto a mi abuelita, y ambas se acompañaban con una ternura que aún conservo como uno de los recuerdos más bonitos de mi vida profesional. Luego, doña Rosita continuó su proceso terapéutico conmigo en CISMENTAL, donde pude continuar conociéndola.
Su hija, Carolina Girón, fue una cuidadora extraordinaria. Escucharla compartir su historia en este podcast no solo me conmovió, sino que me hizo reflexionar profundamente sobre el amor, la entrega y la dignidad en el cuidado. Carolina reorganizó su vida entera para acompañar a su madre durante 14 años de Alzheimer, y lo hizo con alegría, con fe y con una claridad admirable. Nos enseña que el rol de cuidadora no se reduce a tareas médicas o físicas, se trata de preservar la dignidad del ser amado, aun cuando la memoria empieza a apagarse.
Ella no escondió a su madre. Todo lo contrario, la llevó con ella a graduaciones, bodas, misas, conciertos, reuniones familiares. La incluyó, le dio un lugar en su vida y también en la vida de los demás. Recuerdo que Carolina decía algo muy poderoso: “Que primero saluden a mi mamá, y luego a mí”. Ese simple gesto habla de una comprensión profunda del valor humano, más allá de la enfermedad.
Carolina fue cuidadora, sí, pero también fue hija, amiga, defensora, compañera del alma. Y doña Rosita, aún en su fragilidad, fue luz. Su sonrisa, su dulzura, su disposición para las actividades de arteterapia y su alegría al socializar con sus compañeras del taller, nos enseñaban que la vida no termina con un diagnóstico.
Hoy, doña Rosita ya no está físicamente con nosotros, pero sigue presente. En la memoria de quienes la amamos, en la ternura que inspiró, en los vínculos que ayudó a crear. Y a Carolina, solo puedo darle las gracias. Por permitirme acompañarlas, por permitirme aprender de ustedes, y por compartir este testimonio que se convierte, sin duda, en un mensaje de amor para todos los cuidadores.
Con cariño y profunda gratitud,
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Cuidar a un ser querido es una de las expresiones más puras del amor, pero cuando el cuidador también enfrenta su propia batalla de salud, la historia adquiere una profundidad aún mayor. En esta ocasión, en CISMental Educa, tuvimos el honor de conversar con don Marco Antonio Burgos, un hombre cuya vida ha estado marcada por el amor, la entrega y la resiliencia. Su testimonio nos abre los ojos a una realidad que muchas veces pasa desapercibida: los cuidadores también necesitan cuidado.
Don Marco Antonio ha transitado el camino del cuidado en dos etapas cruciales de su vida. Primero, acompañó a su madre en su lucha contra el Alzheimer, convirtiéndose en su cuidador primario. Años después, el destino le presentó un desafío aún mayor: su esposa comenzó a presentar signos de deterioro cognitivo. Gracias a la experiencia previa, pudo reconocer los síntomas a tiempo y actuar con rapidez, aunque esta vez, con su propio estado de salud en juego.
Diagnosticado con una enfermedad oncológica hace poco más de un año, don Marco Antonio ha debido equilibrar su tratamiento médico con las exigencias del cuidado de su esposa. A pesar de la carga emocional y física que esto representa, su actitud ha sido siempre una de fortaleza y fe. "Me preparé con la confianza de que Dios estaba conmigo", menciona, destacando que, aunque el impacto físico ha sido considerable, su amor por su esposa le ha dado la energía necesaria para seguir adelante.
Para él, la clave para sobrellevar este desafío ha sido la paciencia.
La enfermedad de su esposa implica cambios de humor, preguntas repetitivas y momentos de confusión. En lugar de frustrarse, ha aprendido a ver esas situaciones con comprensión y amor. “Cuando mi esposa me hace la misma pregunta varias veces, no puedo perder la calma; debo recordarme a mí mismo que ella necesita más amor y apoyo que nunca”, reflexiona.
El desgaste del cuidador es una realidad innegable, y don Marco Antonio ha encontrado formas de aliviar la carga. Ha contratado ayuda para ciertas tareas y ha hallado refugio en actividades que lo distraen, como la arteterapia. Para su esposa, esta práctica no solo es un medio de estímulo cognitivo, sino también una fuente de alegría. "No le llamo arteterapia, le digo ‘vamos a pintar’ y eso la motiva", menciona con una sonrisa, destacando cómo estas pequeñas estrategias pueden hacer la diferencia en la vida del paciente y del cuidador.
Uno de los aspectos más desafiantes para él ha sido la falta de apoyo externo. Aunque su familia ha estado presente, el peso del cuidado ha recaído principalmente en él. A pesar de ello, no alberga resentimiento. "Cada quien tiene sus propias responsabilidades. Pero el cuidador primario es el que lo vive todo, el que está presente en cada momento", explica. Su mensaje es claro: los cuidadores también necesitan apoyo y no deben aislarse.
En su testimonio, hace un llamado a la sociedad a comprender la realidad de los cuidadores. "No solo somos una extensión del enfermo, también somos personas con nuestras propias luchas. Si alguien conoce a un cuidador, lo mejor que puede hacer es ofrecer su compañía, su empatía. A veces, solo un poco de solidaridad hace la diferencia".
Para don Marco Antonio, el amor es lo que sostiene todo. Cuidar a su esposa no es un sacrificio, sino un acto de entrega. "Mientras haya amor, todo es más llevadero", afirma con convicción. Su historia nos recuerda que, si bien el camino del cuidador puede ser agotador, también está lleno de enseñanzas, crecimiento y, sobre todo, amor.
A todas las personas que cuidan a un ser querido: su labor es invaluable. No están solos.
Si esta historia te ha tocado, compártela. Puede ser el empujón que alguien necesita para pedir ayuda o para ofrecer su apoyo a un cuidador que lo necesita, si deseas escuchar su entrevista en spotify
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Cuando Cuidar Nos Agota: El Desgaste Emocional y la Necesidad de Cuidarnos
Cuidar de alguien es un acto de amor profundo, pero también puede desgastarnos emocionalmente. En nuestra entrega, muchas veces olvidamos que también necesitamos cuidado. Con el tiempo, el agotamiento se acumula en noches sin dormir, preocupaciones constantes y la sensación de que el descanso nunca llega.
Ser cuidador es una tarea incesante, llena de emociones intensas, pensamientos abrumadores y, en ocasiones, una profunda sensación de vacío. Es un reto constante, un estado de alerta que se intensifica aún más cuando la enfermedad de la persona a quien cuidamos es terminal o degenerativa. Comparar los distintos roles dentro del cuidado sería injusto, ya que cada experiencia es única y todas las emociones que surgen en el proceso son reales y válidas.
Recuerdo aquellas noches interminables en las que el cansancio nos vencía. Mi esposo y yo llegamos a creer que no podríamos soportarlo más, pero en los momentos más oscuros, mi abuelita Zoila nos transmitía una luz bendita, recordándonos que Dios nos acompañaba en la prueba. Siempre fue así: cuando uno desfallecía, el otro alentaba; y cuando ni el primero ni el segundo podían más, era el tercero quien sostenía la carga. Y si ninguno de los tres tenía fuerzas, la fe y el amor nos impulsaban a seguir.
La importancia de atendernos a nosotros mismos
El mayor aprendizaje que me dejó esta experiencia es que, como cuidadores, debemos escuchar a nuestra mente, a nuestro cuerpo y a nuestras emociones. A menudo creemos que podemos con todo, o simplemente sentimos que no tenemos opción—ya sea porque somos hijos únicos o porque las circunstancias no nos permiten delegar responsabilidades. Pero la realidad es que, si no buscamos ayuda y no nos cuidamos, terminaremos siendo nosotros quienes necesiten atención médica.
Existen cuidadores que, a pesar de haberse cuidado, viven con secuelas físicas y emocionales. Otros, lamentablemente, han fallecido antes que la persona a quien cuidaban. Este desgaste es la consecuencia de todo lo que hemos ignorado: el cansancio acumulado, el estrés crónico y la falta de autocuidado.
¿Te has sentido así?
Uno de los mayores obstáculos para el autocuidado es la culpa. Pensamos que, si nos detenemos, algo malo pasará. Pero la verdad es que, sin descanso, nuestra salud también se deteriora.
Cuidarnos no es egoísmo, es una necesidad.