El servicio de atención psicológica para niños y adolescentes en CISMENTAL está diseñado para abordar problemas emocionales, conductuales y de desarrollo que pueden afectar el bienestar de los jóvenes. Los problemas más comunes que tratamos incluyen trastornos de ansiedad, depresión, TDAH, problemas de conducta, y conflictos familiares. Nuestros terapeutas utilizan técnicas basadas en evidencia como la terapia cognitivo-conductual (TCC) y la terapia de juego, adaptadas específicamente a las necesidades de los niños y adolescentes. Las estadísticas indican que aproximadamente uno de cada cinco adolescentes experimentará un problema de salud mental, y el 50% de todos los trastornos mentales comienzan antes de los 14 años. La intervención temprana es clave para evitar que los problemas se agraven en la edad adulta. Ayuda a prevenir el desarrollo de trastornos más graves en el futuro Fomenta la inteligencia emocional y el autocontrol. Trabajamos de cerca con los padres para brindar un enfoque integral. El servicio de atención psicológica para niños y adolescentes en CISMENTAL está diseñado para abordar problemas emocionales, conductuales y de desarrollo que pueden afectar el bienestar de los jóvenes. Los problemas más comunes que tratamos incluyen trastornos de ansiedad, depresión, TDAH, problemas de conducta, y conflictos familiares. Nuestros terapeutas utilizan técnicas basadas en evidencia como la terapia cognitivo-conductual (TCC) y la terapia de juego, adaptadas específicamente a las necesidades de los niños y adolescentes. Ansiedad por separación: Común en niños pequeños, este trastorno se caracteriza por un miedo excesivo a separarse de sus figuras de apego, como los padres. Los niños con este trastorno suelen tener dificultades para estar en la escuela o quedarse en casa de amigos Ansiedad generalizada: Los niños y adolescentes con este trastorno tienden a preocuparse de manera excesiva por diversos aspectos de su vida diaria, como el rendimiento escolar, las relaciones sociales o la seguridad personal y familiar. Fobias específicas: Son miedos intensos e irracionales a objetos o situaciones específicas, como los animales, las alturas o la oscuridad. Trastorno de ansiedad social: Se caracteriza por un miedo intenso a situaciones sociales o de rendimiento en las que el niño o adolescente teme ser evaluado negativamente o humillado. El TDAH es uno de los trastornos más diagnosticados en la infancia y adolescencia, caracterizado por la hiperactividad, impulsividad y/o dificultades para mantener la atención. Los niños con TDAH pueden tener problemas para seguir instrucciones, concentrarse en tareas o controlar su comportamiento, lo que impacta su rendimiento académico y sus relaciones sociales. Aunque algunos niños con TDAH mejoran con la edad, otros requieren tratamiento continuo, como terapia conductual y, en algunos casos, medicación. Depresión infantil y adolescente: La depresión en los jóvenes puede manifestarse de manera diferente a la de los adultos. Los niños deprimidos pueden mostrar irritabilidad, pérdida de interés en actividades que solían disfrutar, cambios en el apetito y el sueño, y sentimientos de inutilidad o desesperanza. Si no se trata, la depresión puede afectar gravemente el desarrollo emocional, social y académico. Trastorno bipolar: Aunque es menos común en la infancia, algunos adolescentes pueden desarrollar trastorno bipolar, que se caracteriza por episodios alternantes de depresión y manía o hipomanía (estado de euforia, impulsividad y comportamiento desinhibido). Trastorno de conducta (TC): Se manifiesta como un patrón persistente de comportamientos antisociales y desafiantes, como agresión hacia personas o animales, destrucción de la propiedad, engaño y violación de reglas. Si no se trata, el trastorno de conducta puede llevar a problemas graves en la adolescencia y la adultez, incluyendo problemas legales. Trastorno negativista desafiante (TND): Los niños y adolescentes con TND muestran un patrón de comportamiento irritable, desafiante y vengativo hacia figuras de autoridad, como padres y maestros. Suelen tener discusiones frecuentes, culpan a otros de sus errores y rechazan seguir reglas El TEA es un trastorno del neurodesarrollo que afecta la capacidad del niño para interactuar socialmente, comunicarse y comportarse de manera adecuada en diferentes entornos. Los síntomas varían de leves a graves e incluyen dificultad para entender las normas sociales, conductas repetitivas y problemas de comunicación verbal y no verbal. La intervención temprana, con terapias como la terapia conductual y del habla, es fundamental para mejorar las habilidades sociales y de comunicación en los niños con TEA. Anorexia nerviosa: Se caracteriza por una restricción severa de la ingesta alimentaria debido a un miedo intenso a aumentar de peso, acompañado de una distorsión de la imagen corporal. Este trastorno afecta principalmente a adolescentes, en particular a mujeres jóvenes, pero también puede presentarse en varones. Bulimia nerviosa: Implica episodios recurrentes de atracones de comida seguidos de conductas compensatorias como el vómito inducido, el uso excesivo de laxantes o el ejercicio excesivo. Al igual que la anorexia, es común en la adolescencia. Trastorno por atracón: Los adolescentes con este trastorno tienen episodios de ingesta excesiva de alimentos, pero sin las conductas compensatorias de la bulimia. Insomnio infantil: Muchos niños y adolescentes experimentan problemas para conciliar el sueño o para mantenerse dormidos. El insomnio puede ser causado por el estrés, la ansiedad o malos hábitos de sueño. Trastornos del ritmo circadiano: En la adolescencia, es común el trastorno de fase de sueño retrasada, donde el reloj biológico del joven se ajusta a un horario tardío, lo que dificulta la capacidad de despertarse temprano. El TOC se caracteriza por la presencia de pensamientos intrusivos y recurrentes (obsesiones) que generan ansiedad, y por la necesidad de realizar ciertos comportamientos repetitivos (compulsiones) para aliviar esa ansiedad. Los niños y adolescentes con TOC pueden tener rituales repetitivos como lavarse las manos en exceso, contar objetos o verificar que las puertas estén cerradas. El TEPT puede desarrollarse en niños y adolescentes que han experimentado eventos traumáticos, como abuso, violencia, accidentes graves o la muerte de un ser querido. Los síntomas incluyen recuerdos intrusivos del evento, pesadillas, irritabilidad, evitación de situaciones que recuerden el trauma, y una hipervigilancia constante. Este trastorno se caracteriza por la incapacidad de hablar en ciertos entornos sociales (como la escuela), a pesar de que el niño es capaz de hablar en otros contextos, como en casa con familiares cercanos. El mutismo selectivo a menudo está relacionado con la ansiedad social. Identificar y tratar estos trastornos de manera oportuna es crucial para evitar que afecten gravemente el desarrollo emocional, social y académico del niño o adolescente. Las terapias psicológicas, como la terapia cognitivo-conductual, la terapia de juego y la intervención familiar, son fundamentales para ayudar a los jóvenes a superar sus dificultades. El apoyo psicológico especializado es clave para abordar estas condiciones, y en muchos casos, la combinación de terapia individual, familiar y, en algunos casos, medicación, puede ayudar a los niños y adolescentes a mejorar significativamente su calidad de vida. Beneficios clave
Intervención temprana
Fortalecimiento de habilidades emocionales
Participación familiar