Cuidar a un ser querido es una de las expresiones más puras del amor, pero cuando el cuidador también enfrenta su propia batalla de salud, la historia adquiere una profundidad aún mayor. En esta ocasión, en CISMental Educa, tuvimos el honor de conversar con don Marco Antonio Burgos, un hombre cuya vida ha estado marcada por el amor, la entrega y la resiliencia. Su testimonio nos abre los ojos a una realidad que muchas veces pasa desapercibida: los cuidadores también necesitan cuidado.
Don Marco Antonio ha transitado el camino del cuidado en dos etapas cruciales de su vida. Primero, acompañó a su madre en su lucha contra el Alzheimer, convirtiéndose en su cuidador primario. Años después, el destino le presentó un desafío aún mayor: su esposa comenzó a presentar signos de deterioro cognitivo. Gracias a la experiencia previa, pudo reconocer los síntomas a tiempo y actuar con rapidez, aunque esta vez, con su propio estado de salud en juego.
Diagnosticado con una enfermedad oncológica hace poco más de un año, don Marco Antonio ha debido equilibrar su tratamiento médico con las exigencias del cuidado de su esposa. A pesar de la carga emocional y física que esto representa, su actitud ha sido siempre una de fortaleza y fe. "Me preparé con la confianza de que Dios estaba conmigo", menciona, destacando que, aunque el impacto físico ha sido considerable, su amor por su esposa le ha dado la energía necesaria para seguir adelante.
Para él, la clave para sobrellevar este desafío ha sido la paciencia.
La enfermedad de su esposa implica cambios de humor, preguntas repetitivas y momentos de confusión. En lugar de frustrarse, ha aprendido a ver esas situaciones con comprensión y amor. “Cuando mi esposa me hace la misma pregunta varias veces, no puedo perder la calma; debo recordarme a mí mismo que ella necesita más amor y apoyo que nunca”, reflexiona.
El desgaste del cuidador es una realidad innegable, y don Marco Antonio ha encontrado formas de aliviar la carga. Ha contratado ayuda para ciertas tareas y ha hallado refugio en actividades que lo distraen, como la arteterapia. Para su esposa, esta práctica no solo es un medio de estímulo cognitivo, sino también una fuente de alegría. "No le llamo arteterapia, le digo ‘vamos a pintar’ y eso la motiva", menciona con una sonrisa, destacando cómo estas pequeñas estrategias pueden hacer la diferencia en la vida del paciente y del cuidador.
Uno de los aspectos más desafiantes para él ha sido la falta de apoyo externo. Aunque su familia ha estado presente, el peso del cuidado ha recaído principalmente en él. A pesar de ello, no alberga resentimiento. "Cada quien tiene sus propias responsabilidades. Pero el cuidador primario es el que lo vive todo, el que está presente en cada momento", explica. Su mensaje es claro: los cuidadores también necesitan apoyo y no deben aislarse.
En su testimonio, hace un llamado a la sociedad a comprender la realidad de los cuidadores. "No solo somos una extensión del enfermo, también somos personas con nuestras propias luchas. Si alguien conoce a un cuidador, lo mejor que puede hacer es ofrecer su compañía, su empatía. A veces, solo un poco de solidaridad hace la diferencia".
Para don Marco Antonio, el amor es lo que sostiene todo. Cuidar a su esposa no es un sacrificio, sino un acto de entrega. "Mientras haya amor, todo es más llevadero", afirma con convicción. Su historia nos recuerda que, si bien el camino del cuidador puede ser agotador, también está lleno de enseñanzas, crecimiento y, sobre todo, amor.
A todas las personas que cuidan a un ser querido: su labor es invaluable. No están solos.
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